sábado, 19 de abril de 2014

El primer satélite del sistema Copérnico ya está en órbita


El `Sentinel 1A´ ha sido lanzado al espacio con un cohete ruso Soyuz desde el centro espacial de Kourou en la Guayana Francesa



Un cohete Soyuz colocó ayer en órbita el primer satélite del nuevo sistema europeo de vigilancia medioambiental Copérnico. El Sentinel 1Apartió a las 18.02 hora local (las 23.02 hora peninsular) en un lanzamiento sin contratiempos desde la base espacial europea de Kourou, en la Guayana Francesa.
El Soyuz se elevó en el cielo apenas nublado y en pocos minutos se perdió de vista, pero los asistentes al lanzamiento tuvieron que esperar casi 25 minutos hasta poder romper en aplausos para celebrar el éxito de la operación. Esa casi media hora es el tiempo que tardó el satélite en alcanzar los 700 kilómetros de altura sobre la superficie terrestre, ya casi sobrevolando el Polo Norte. No faltó tensión mientras se esperaba la primera señal enviada por el Sentinel 1A desde el espacio, a los 24 minutos del despegue del cohete, una vez separado del último propulsor del sistema de lanzamiento, la etapa Fregat. Los responsables de la misión no cantaron victoria hasta que no recibieron la confirmación del equipo ruso de que todo había ido perfectamente y los apenas dos minutos de demora de comunicaciones entre unos y otros se hicieron eternos. La verdad, contó luego el ingeniero español Ramón Torres, jefe del proyecto Sentinel 1, es que en la sala de control recibieron antes la señal directa del satélite captada a través de la estación europea de Svarbard (al Norte de Noruega) que la confirmación rusa. Poco después se sabía ya que la órbita en la que estaba el satélite, a 700 kilómetros de altura, era la correcta. “Si, ha ido todo muy bien, pero en el espacio…. cualquier fallo…”, comentaba Jean Jaques Dordain, director de la Agencia Europea del Espacio (ESA) acerca de esos minutos de emoción vividos en la sala de control de la misión de la base de Kourou.
El artefacto operará desde casi 700 kilómetros de altura sobre  el planeta
“El Sentinel 1A abre una nueva página en la implementación de Copérnico, el segundo buque insignia espacial de la Unión Europea, tras el sistema de posicionamiento por satélite Galileo”, señaló Dordain. Copérnico es un programa conjunto de la ESA y la Comisión Europea formado por una constelación de diferentes satélites de observación de la Tierra más las instalaciones en tierra cuyo objetivo es proporcionar datos constantes acerca de los hielos oceánicos, oleaje, vientos, cambios del uso de la tierra, contaminación, deformación del suelo o situaciones creadas por emergencias como inundaciones, o terremotos.
“El programa Copérnico proporcionará a los ciudadanos europeos los servicios espaciales más ambiciosos del mundo para aplicaciones medioambientales y de seguridad”, añadió Dordain en Kourou.
El Sentinel 1A es el primero de seis familias de misiones espaciales que formarán la red Copérnico. Lleva un avanzado radar que rastreará toda la superficie del planeta; cuando el año que viene se ponga en órbita su gemelo Sentinel 1B, los dos garantizarán el sobrevuelo de cada zona del planeta al menos una vez cada seis días (tres o cuatro en latitudes altas). La pareja Sentinel 2 llevan cámaras ópticas. Y los siguientes irán completando el conjunto don diferentes sensores. Los datos se enviarán a tres estaciones, incluida la de Maspalomas, en Canarias y serán de acceso gratuito para los usuarios, científicos, institucionales o comerciales.
Es el segundo gran programa espacial de colaboración de la UE con la ESA
El de ayer fue el séptimo lanzamiento de Soyuz desde Kourou, todos con éxito. Se trata de un acuerdo del organismos ruso Roskosmos y el consorcio europeo Arianespace de manera que éste ahora ofrece a los clientes que quieran lanzar equipos al espacio tres cohetes diferentes: los pequeños Vega, los intermedios Soyuz y los grandes Ariane 5. Para estos lanzadores se ha levantado en la base guayanesa una nueva zona de lanzamiento enteramente gestionada por los rusos, que desplazan a decenas de expertos a Kourou para cada misión.
Los responsables del Sentinel 1A explicaron ayer, tras el despegue, que las diez primeras horas en órbita del satélite iban a ser críticas para el satélite debido al despliegue de la antena del radar (de 12 metros de longitud) y los dos paneles solares (de 10 metros cada uno) que iban plegados durante el lanzamiento. El coste del Sentinel 1A es de 280 millones de euros (más 67 millones del lanzamiento) y el del Sentinel 1B, de 140 millones, también con el coste del cohete aparte.
En total, hasta finales del la próxima década, en los satélites de Copérnico habrán invertido la ESA y la UE 6.000 millones de euros. De la operación del sistema se ocupan la ESA y la organización europea de satélites meteorológicos Eumetsat.
De la construcción de los Sentinel 1 se ha encargado la empresa Thales Alenia Space, como contratista principal que ha coordinado la participación de numerosas empresas, y del rádar, Airbus Defense and Space.
“El lanzamiento del primer Sentinel 1 marca un cambio en la filosofía de nuestro programas de observación de la Tierra: en meteorología, los satélites llevan más de 35 años proporcionando datos para la predicción del tiempo y con el programa Copérnico tendremos ahora una información similar para servicios ambientales así como para aplicaciones de seguridad y gestión de desastres”, ha explicado Volker Liebig, director de Programas de Observación de la Tierra de la ESA.
La asistencia al lanzamiento del primer satélite de Copérnico de representantes de la UE y parlamentarios de la UE han mostrado la implicación de las instituciones europeas en este programa en el que aún se están debatiendo con la ESA las condiciones de pago de los 3.800 millones de euros que la Comisión tiene aprobados de aquí a 2020 para financiar las operaciones del sistema y la construcción de parte de los satélites.



Amenazas del espacio exterior





Una red mundial de científicos vigila constantemente el firmamento. La chatarra espacial, los asteroides y el clima espacial son los principales peligros que nos acechan.
El planeta Melancolía ha aparecido desde más allá de las fronteras del Sistema Solar atraído por la gravedad del Sol. Al modo de los cometas, ha girado alrededor del astro rey y se dirige hacia la Tierra. Los científicos aseguran que se tratará de un mero sobrevuelo y que pasará de largo, pero, seguramente, Melancolía colisionará con la Tierra, ante la impotencia y estupefacción de la raza humana, que será destruida en la brutal colisión.
No teman: esta historia es el argumento de la última y alucinada película del polémico director danés Lars Von Trier, titulada con el nombre de ese planeta intruso, Melancolía. La hipótesis que plantea Von Trier es imposible en el mundo real: ningún planeta va a aparecer de allende los límites del Sistema Solar ni salirse de su órbita para colisionar con la Tierra. Pero sí hay otros peligros en el espacio. Afortunadamente, también hay científicos vigilantes que escrutan el espacio exterior para preverlos.
"Buena parte del polvo que se deposita sobre la carrocería de un coche cuando está mucho tiempo aparcado proviene de los meteoritos", explica un científico
Los residuos espaciales ponen en peligro a los satélites operativos que pueden ser dañados y también a nuestras cabezas si caen a la Tierra y no se destruyen al contacto con la atmósfera
"Las amenazas son tres: la basura o chatarra espacial, los asteroides y el clima espacial", explica Emmet Fletcher, responsable del programa de reconocimiento y seguimiento espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA). Desde ESAC, el centro de Astronomía Espacial de la ESA en Villafranca del Castillo (Madrid), vigila para que estas amenazas no se concreten.
La basura o chatarra espacial se constituye por residuos tecnológicos de satélites que orbitan alrededor del planeta, hasta 6.000 toneladas, 20.000 fragmentos, de material inútil que se ha acumulado, girando en su danza cósmica, desde el lanzamiento del primer satélite artificial en 1957 (el célebre Sputnik soviético). Ponen en peligro a los satélites operativos que pueden ser dañados incluso por fragmentos de unos pocos centímetros que viajen a mucha velocidad y también a nuestras cabezas si caen a la Tierra y son lo suficientemente grandes para no destruirse en su entrada en la atmósfera. El programa Space Situational Awarenes (SSA) de la ESA se preocupa por tener a mucha de esta chatarra bien controlada. Los científicos e ingenieros sacan de órbitas útiles viejos satélites para aprovechar de nuevo esa órbita o redirigen satélites que vaya a colisionar con la chatarra. También se preocupan por dónde van a caer los satélites viejos y qué parte de esos satélites llegará a la superficie terrestre. El pasado mes de septiembre, precisamente, cayó el satélite incontrolado UARS de la NASA, sobre el Pacífico Norte, cerca de la costa occidental de EE UU.
Los asteroides también pueden alcanzar la Tierra. En realidad la caída de meteoritos es muy frecuente, pero su tamaño es tan reducido que no supone ninguna amenaza. "Buena parte del polvo que se deposita sobre la carrocería de un coche cuando está mucho tiempo aparcado proviene de los meteoritos", explica Fletcher. "El riesgo de colisión con un asteroide peligroso es pequeño, aunque sus consecuencias serían muy grandes". Para evitarlo los astrónomos someten al cielo a un constante escrutinio. "Si detectásemos un asteroide peligroso tendríamos todavía décadas para prepararnos, aunque lo óptimo sería desviarlo cuando este más lejos: así serviría una mínima desviación para que no chocase con la Tierra", explica Fletcher. "Destruirlo con explosivos sería la peor opción: es mucho mejor tener un asteroide grande controlado que incontables fragmentos pequeños incontrolados". También hay un asteroide que nos ha visitado recientemente, el 2005 YU55, que pasó a 324.600 kilómetros causando gran expectación y también un poco de temor. El asteroide Apofis se acercará mucho a nuestro planeta el 13 de abril de 2029. En 2004 se calculó que Apofis, de 270 metros de diámetro, tenía una probabilidad de 1 sobre 37 de colisionar con la Tierra con consecuencias terribles. "Pero ya estamos seguros que no es ningún peligro. Lo dice la Física y no cabe discusión", asegura Fletcher.
El clima espacial son los fenómenos causados en el medio interplanetario por la actividad del Sol. Las fulguraciones solares emiten radiaciones muy energéticas, como rayos X, o partículas de más baja energía, como protones, que serían fatales para la Tierra de no ser por el campo magnético terrestre, la magnetosfera, que las frenan y las desvían a los polos, donde forman las vistosas auroras boreales y australes. Cuando la llegada de este viento solar es muy intenso pueden variar nuestro campo magnético y afectar a nuestras redes eléctricas "que son, al fin y al cabo, como cables muy largos de electricidad" o a los oleoductos, según explica Fletcher. "Cuando tienes un cable en un campo magnético variable se inducen corrientes que pueden afectarnos", a veces revientan aparatos o provocan apagones (como el gran apagón en Quebec, en 1989, que afectó a seis millones de personas durante 12 horas). "También pueden arruinar satélites, como los del sistema GPS, y, cuando estos fenómenos se producen, es mejor decir a nuestros astronautas, si están operando fuera de la nave reparando algo, que se metan dentro, pues pueden ser peligrosos", explica el astrónomo. Los científicos observan cuidadosamente la actividad del Sol (que alcanzará un máximo a finales de 2012) y, por tanto, el clima espacial, para evitar estos problemas.
Una red mundial de científicos de instituciones como la NASA o la ESA vigilan constantemente el firmamento. El espacio tiene sus peligros pero, por el momento, podemos dormir tranquilos.